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El fútbol catamarqueño y una imagen lamentable a nivel federal: ¿Quién se hace cargo?

Al final terminó pasando lo que todos suponíamos o imaginábamos que podía pasar: el duelo decisivo por la clasificación a la siguiente instancia del Torneo Regional Federal Amateur entre Defensores del Norte y Villa Dolores quedó marcado por el arbitraje de Héctor Zelaya y no por el choque de propuestas futbolísticas entre dos de los mejores equipos de nuestro fútbol, el campeón del Torneo Provincial y el campeón del Fútbol Chacarero.

Penales inexplicables, fallos insólitos, decisiones difíciles de comprender y una actuación estelar para la terna encabezada por Zelaya, con la asistencia de Gustavo Romero y David Pacheco, que en los papeles figura como de Alijilán pero que tiene un vínculo íntimo con Capital, y que quedará en el recuerdo de nuestro fútbol, no por lo bueno, sino por lo lamentable.

Desde el primer instante en que se conoció su designación, los seguidores del fútbol catamarqueño ya sabían que el encuentro entre «Defe» y la «Villa» iba a estar viciado por una justicia controvertida.

Pero para que los jueces cumplieran con su rol protagónico, hubo alguien que los puso en escena y ahí las dudas y los interrogantes van «in crescendo».

¿Hubo una mano negra? ¿Había intereses extrafutbolísticos? ¿Había una orden de que pasara Defensores del Norte o que había que dejar afuera a Villa Dolores? Son múltiples las teorías y pocas las certezas.

El principio del análisis de la cuestión nos lleva a entender que la matriz del conflicto proviene de la disputa de poder entre dirigentes capitalinos y chacareros, que se plasma a viva voz e imagen en los manejos de la Federación Catamarqueña de Fútbol.

Esto nos lleva a poner el ojo más fino en lo que analizamos y no quedarnos con lo que pasó ayer, sino a ver el paisaje completo para contextualizarlo.

Para pruebas solo hace falta un botón: a Villa Dolores le sancionaron siete penales en contra en total en los duelos de ida y vuelta ante San Lorenzo de Alem y Defensores del Norte. Si bien algunos fueron correctamente sancionados, la gran mayoría fueron cuestionables.

Además, hacer hincapié solo en estos hechos sería quitarle mérito a lo realizado por el «Santo», el mejor primero de la fase de zonas de la Región Centro, y al sólido y constante trabajo de Hugo Soria y sus jugadores.

En fin, y a la espera de poder seguir recaudando datos y entender más sobre el trasfondo de este nuevo reflejo decadente de nuestro fútbol y con el deseo de que la escala de violencia no llegue a instancias mayores, concluimos que la disputa de poder entre dirigentes ya va generando daños colaterales. En esta ocasión, Villa Dolores, que si bien pudo avanzar a la siguiente fase, no lo hizo gratis y se lleva secuelas de un estrés que no debería haber atravesado y una sensación de que a pesar de lo que pueda pasar dentro del campo de juego, el partido se está jugando en otro lado. Si no, ¿cómo se explica el rumor instalado de que a «Defe» solo le bastaba con ganar para dejar afuera a la «Villa», cuando desde un principio el reglamento establecía el sistema olímpico como criterio de desempate?.

«Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera…»

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