19 septiembre, 2024

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Máximo Toledo y Gabriel Grimeli: La increíble historia de los ganadores de «La Carrera del Diablo»

Máximo Toledo y Gabriel Grimeli, oriundos de Huillapima, Capayán, lograron un histórico triunfo en la categoría Novatos (Nivel Principiante) de Astaroth Race, conocida como «La carrera del Diablo», la competencia más exigente del norte argentino. A pesar de ser debutantes y no tener experiencia previa en el deporte, y sin el apoyo de patrocinadores ni influencias políticas, demostraron su habilidad y determinación al coronarse campeones en su primera participación.

Con la ayuda de un amigo y mecánico, «El Manu», entendedor del deporte y aguerrido en batallar la dura montaña de la zona, comenzaron a entrenar.

Cada salida era una lágrima, entre motos rotas, el agotamiento, los golpes y las amarguras, el miedo a las peligrosas subidas y las bajadas infinitas, de zapatillas y pantalon de grafa, pero con una gran ilusión en el corazón: correr ASTAROTH y llegar a la final cueste lo que cueste.

Los días se hicieron meses y empezaron a adquirir las habilidades del duro deporte. Pesito tras pesito, fueron acomodando las motos, que muy tercas se seguían rompiendo después de cada salida, costaba mucho repararlas, pero «el Manu» nunca los abandonó, y de una u otra forma volvía a ponerlas en condiciones. Ejercía de entrenador y mecánico a tiempo completo, les enseño todos los trucos y técnicas, no se guardo absolutamente nada.

El esfuerzo de a poco iba dando resultado, desapareció el miedo a las escabrosas subidas y a las indescifrables bajadas. El «Manu» ya no los tenia que esperar, iban pegados a él. Para no detener el crecimiento, «Manu», les exigía que pasaran al frente y así, a base de la presión que ejercía su guía, fueron despertando esa «bestia» interna necesaria para poder dominar a «La Carrera del Diablo».

El circuito se cerró para ser modificado y adecuado a los standares de la competencia. Ya nadie podía girar y los organizadores fueron contundentes en sus exigencias: tiene que ser justo para todos.

Esto obligó a los dos «gladiadores» a cambiar el escenario para la recta final de su preparación. Se fueron a un pueblo cercano, para pilotear por senderos de vacas, regresando a sus hogares cubiertos de sangre por las espinas y arrastrando ramas que les deshacían la ropa y la piel.

Pero, la ilusión seguía intacta. Fueron muchas horas de incertidumbre, Gabriel llegó a confesar que «tenían que guardar cada peso para poder cargar combustible a sus motos y entrenar hasta que los calambres fueran insoportables».

Hasta que llegó el punto de inflexión. El «Manu» sabía que los changos estaban listos, tenía certeza de podían y lo sabía porqué ya no le tenían miedo nada.

«Ya no me hacen renegar, hasta me cuesta seguirlos», decía. Los astros se habían alineado para los «Gladiadores». De a poco, armaron su indumentaria, sus botas, las protecciones y con el noble gesto de alma caritativa que les donó los jerseys con su propio logo, se prepararon para hacerle frente al «Diablo».

Llegó el día…

El calendario marcó el 15 de septiembre. Los «gladiadores» llegaron temprano al lugar del evento y apareció una nueva inclemencia: una de las rodados presentaba una falla, pero ya no había nada que hacer, ya estaban jugados.

Sabían lo duro y lo exigente del circuito. Escucharon la charla de pilotos, donde se les advertía que los cuatro primeros kilómetros eran durísimos, a través del rio de piedras, y, que, el resto era peor, pero su determinación iba más allá, sus sueños volaban muy alto e iban a conquistarlos.

Momento de la largada, Máximo salió adelante y Gabriel lo seguía de cerca, adquirieron la velocidad del viento pese a aquella a la falla que detectaron al arribar al evento.

De pronto, venciendo todas las pruebas, completaron la media vuelta del circuito, con una considerable diferencia sobre sus perseguidores.

Los vecinos y amigos aullaban de felicidad, ahí iban los dos soñadores, las cartas ya estaban echadas, el destino estaba escrito, ya nada podían detenerlos.

Superando sus propios limites, completaron la segunda mitad del desafío en tiempo récord y llegaron a la línea de meta en primer lugar.

Si, ganaron en su categoría! Habían vencido a «La Carrera del Diablo»! Habían conseguido lo imposible, terminar la carrera y GANAR!

Ellos… dos chicos de pueblo con bolsillos flacos pero con una ilusión inmensa en sus corazones, que quedaba chico y no podía retener semejante alegría.

Está historia nos deja una enorme enseñanza: nunca dejes de soñar y de perseguir tus sueños. Desealos tanto y trabaja para conquistarlos, que al final, al universo no le va a quedar otra que concederlos.

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