Maximiliano Artero prosigue con su periodo de rehabilitación en la provincia de Buenos Aires, arropado por el amor incondicional de sus padres y con gran deseo de superación por sus hijos y seres queridos.
El «Pumita», ese delantero optimista que siempre lo dio todo en cada club que defendió, hoy se encuentra en un periodo de rehabilitación que le exige entre cuatro o cinco horas diarias, pero que no le disminuye su amor por la vida.
Acompañado del incondicional amor de su padre, el querido Isaac «Poroto» Artero, y de su madre, quienes han sido sus pilares desde el principio y, cuatro meses después, continúan firmes alimentando la esperanza y la fe de su hijo, a pesar de todos los obstáculos.
En efecto, debemos admirar y aprender de una familia que se ha unido en torno a su querido Maxi, enfrentando con valentía las dificultades diarias, los dolores físicos y las fluctuaciones emocionales, además de los gastos de alquiler, comida y una jubilación mínima, pero que se siente recompensada cada vez que el ex goleador de Sumalao, Villa Dolores y Rioja Juniors, entre otros, muestra progresos en su recuperación.
El «Puma» recibe la visita de sus hijos cada vez que pueden viajar, fortaleciendo así la resiliencia de su padre, quien anhela estar con ellos y ponerle un final feliz a esta historia ejemplar que supo iniciar como un cuento de terror, en el que todo era oscuro y desalentador; pero hoy ve asomar esa luz al final del túnel y se convirtió en un ejemplo del que todos deberíamos aprender gracias a la actitud de su protagonista, quien cada vez que puede se muestra deseoso de seguir adelante y nos conmueve con su esperanza a través de sus redes sociales.
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