Juan Cruz Herrera brindó lo que fue la nota del fin de semana. “Me saltan las lágrimas, esto es el sacrificio que uno ofrece de salir de trabajar en la construcción y llegar lleno de cal al entrenamiento”. Contó que muchas veces llega sin comer o desayunar, como se sabe, en el trabajo de albañilería hay poco tiempo para pausas. Y si se come, con un sanguchito apurado alcanza.
Herrera reflejó la realidad de muchos chicos de Catamarca que encuentran en el fútbol una posibilidad limitada, que ayuda, pero no sostiene. Tampoco ilusiona. Es difícil “largar todo” para jugar a la pelota y vivir de ahí. En el “Negro” son muchos chicos los que viven esto el día a día.
“Yo lo quiero mucho al club, es un club humilde, sacrificado, que va creciendo”. Herrera no lo sabe pero se personificó en Independiente.
Después otra realidad es el sentimiento que se despierta para con el club. El deporte ayudó a muchos de estos chicos. Ellos y otros saben que si no fuera la pelota, su realidad sería distinta, malamente distinta.
Hoy son los héroes del momento. Sacaron de competencia a un equipo superior en el presupuesto. En esos barrios populares de Independiente los grandes los saludan y los chicos, entusiasmados, quieren entrenar más y mejor para llegar a ese pequeño privilegio que hoy sienten los dirigidos por Gustavo Villafañe.
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